El pasado 14 de enero moría en Katmandú Toni Aguilar, un barcelonés que hace 20 años dejó el trabajo de programación informática que estaba haciendo aquí, para irse a vivir a Nepal y crear una entidad con la que quería contribuir a mejorar la vida de personas desfavorecidas. Le puso por nombre The Direct Help Foundation, la fundación de la ayuda directa, porque no quería ni estructuras ni intermediarios que le arrebataran nada, ni dinero que no fuera para mejorar las condiciones de vida de aquellos que había ido a echar un cable.
Lo conocí en uno de los viajes a Nepal, cuando llevaba pocos años que había iniciado su nuevo proyecto pero que empezaba a ser importante. En su casa, la Kumari House, situada en un barrio de aquellos más pobres y laberínticos de Katmandú, cerca del río.
Durante años, las visitas se fueron repitiendo, aprovechábamos el tiempo para charlar largos ratos en el gran comedor de su casa, donde convivía con una larga familia de mujeres y niños del barrio, de aquellos que no tienen nada. Charlábamos y no nos cansábamos hasta la noche, y entonces yo tenía que volver al hotel por unas calles oscuras, sin iluminación, que daban respeto. Todavía guardo una linterna que funciona dándole cuerda que me dio un día para poder regresar y poder ver algo en la oscuridad de aquellas calles laberínticas.
Toni hizo un gran trabajo para dar salida económica a muchas mujeres del barrio, y educación para muchos niños. De él aprendimos e iniciamos el programa de alfabetización de mujeres que tan buenos resultados ha dado. Era él quien nos proporcionaba los cuadernos y los lápices, y también consejos para hacer las clases.
De él aprendimos cómo transformar productos que pueden convertirse en formas de vida para muchas personas. Su taller de incienso donde trabajaban muchas mujeres, era impresionante de ver y oler, con unas cajas hechas a mano de un gusto exquisito que exportaba a todo el mundo y con las que conseguía ingresos para sus proyectos y dar trabajo a muchas personas.
Pero también tenía ideas prácticas que ayudaban a mejorar las condiciones de vida de muchas personas, como fue la introducción de ollas a presión con las que cocinar, que repartía por todas las familias, una manera de consumir menos combustible y ahorrar, que en Nepal es muy caro…
Hace unos años que no he vuelto a Katmandú y no por ello habíamos dejado de escribirnos, especialmente cuando se acercaba Navidad, y felicitarnos las fiestas. Este año no lo hice, hay momentos en que nos olvidamos de muchas cosas y de muchos amigos que tenemos pero que hay momentos que desconectamos …
Toni nos ha dejado, pero él siempre estará conmigo, como nexo de referencia con Nepal, este país que tanto amo, tan contradictorio en muchos sentidos, pero con unas personas singulares, con costumbres y hábitos que debes saber entender, pero especialmente entrañables a la vez. Esto es lo que lo atrapó. Él quería trabajar por el bienestar de las personas y lo consiguió. Trabajaba con desmesura, como era él mismo, grande en todo, en el afecto y en las exigencias. Tenía un corazón inmenso, ese mismo que al final le falló, una contradicción absurda.
Pero ha sabido dejar huella. Él sabía que algún día la vida se acabaría, pero su proyecto debía continuar. Esto le preocupaba, por eso supo encontrar y formar a las personas que tenían que seguir con el proyecto.
Lo que es cierto es que su gran humanidad y generosidad no la podrá terminar nada ni nadie. Tampoco la obra que ha dejado hecha, para que perdure y no se acabe y siga siendo un puntal para muchas mujeres y niños de su barrio.
Te echaré de menos en las visitas al Nepal, cuando vuelva. Pensaré que tengo que venir a verte y charlar hasta que se haga de noche.
Tengo muy presente la frase en que acababas tus mails “Sempre a punt!” (¡Siempre listo!). Este eres tú, siempre dispuesto a dar más. Persistente e incansable tratando de hacer hueco, como el que hacen las barrenas que un día me pediste que te llevara de Barcelona. Una herramienta tan sencilla a la que no damos ninguna importancia, pero que facilita el trabajo en los trabajos de carpintería. Este eres tú, la barrena que ayuda a hacer el agujero donde clavar el clavo.
Descansa en paz, Toni. Sempre a punt!
Ramon Viladomat